Contacto y hundido
El capitán Gates estableció el área galáctica 983-23-TG como punto de emboscada. Era una zona ideal para el despliegue de las minas de iones T-21. Junto con el sistema de inhibición para el salto de la Tormenta Blanca, los cargueros estarían inmovilizados a un pársec esférico a la redonda. Veinte naves de asalto se encargarían de capturar al convoy y llevarlo hacia la base Concordia. La Tormenta Blanca del capitán Gates hundiría aquel carguero de guerra que servía como escolta.
–Un carguero pesado protegiendo a cinco cargueros ligeros, va a ser pan comido. Grey, ocupa mi puesto. Asaltaré con el equipo del segundo tubo.
–Minas desplegadas, capitán. Tenemos cubiertos seis clics cúbicos.
–Recibido, teniente Gurban. Todos preparados. –El capitán Gates revisó sus cuchillos retráctiles de camino al tubo de abordaje. Comenzó a dar las órdenes entre la compañía de sus mejores hombres, sujetos en el segundo de los cinco apéndices de abordaje. –Que los equipos de asalto se queden dentro de los tubos y en alerta. Grey, fuego de cobertura en cuanto aparezcan, hay que proteger a los transportes.
–Según el informe, la nave defensora se llama Gladiador. Es un carguero pesado tipo nebulosa; nada extraordinario. –Apuntó Grey desde el puente de mando a través del comunicador interno. –Lo único destacable es su blindaje.
–No le valdrá de nada, detonaremos las minas en cuanto salgan de fase y les barreremos con fuego de avalancha. Entre tanto, los transportes abordarán al convoy.
–Señor, ¿qué pasará con los cargueros ligeros? Si las minas los alcanzan podríamos perder la carga.
–No están armadas con munición nuclear, teniente Gurman; solo disponen del pulso electromagnético. Quedarán a la deriva el tiempo suficiente para el asalto.
El detector de fase emitió el aviso de tráfico. Grey, como segundo al mando, activó el inhibidor de baliza. El convoy se vio arrastrado a aquella posición en cuestión de nanosegundos. La salida se produjo a dos clics de distancia del espacio minado, dentro del radio de la honda expansiva. En la cúpula del puente de mando se proyectaron las imágenes de las naves interceptadas. Resaltó una anomalía de inmediato.
–La nave escolta está brillando, capitán.
–¿Cómo que está brillando? Mándame una proyección al tubo cuatro. –Grey desvió una imagen holográfica hacia el segundo tubo de abordaje donde Gates contempló la imagen con curiosidad.
–Está rodeada de una especie de escudo de energía.
–Ya soy capaz de verlo con mis propios ojos, Grey. ¿A qué esperas? ¡Ordena el fuego en avalancha! ¡Que los transportes inicien el asalto! –Grey formuló las órdenes al teniente de artillería y a los jefes de grupo.
Los transportes se dirigieron hacia los cargueros ligeros tan rápido como fueron capaces. La Tormenta Blanca recurrió a todo su arsenal durante sesenta segundos de bombardeo. Del carguero luminoso surgieron lanzas de energía que interceptaban los misiles más dañinos. El escudo recibió los impactos de la munición convencional sin ocasionar daños en la nave. La nave escolta desplegó veinte cañones de su cubierta y fijó sus objetivos.
–¡No se ha movido, capitán!
–¿¡Qué!? ¡No puede haber aguantado cinco mil megatones de potencia!
–Disparan sus cañones.
–Establezca un microsalto de huída y realice un contraataque en esta posición. –Gates resaltó el área en la cúpula del puente de mando.
–No disparan sobre nosotros, ¡están derribando a nuestras naves de abordaje!
–Voy para allá, Grey. ¡Cubrid a los transportes, maldita sea! –El capitán Gates salió del tubo de abordaje y se presentó en el puente de mando de la Tormenta Blanca hecho una furia.
–¿Qué está ocurriendo?
–Es la nave protectora, capitán. Está evitando que lleguemos a los cargueros. Ha destruido a ocho de los veinte transportes. –La cúpula se iluminó con tres nuevas alertas. –Once bajas de veinte.
–Han descubierto nuestro asalto. Que se retiren; no llegarán a tiempo.
–Tampoco podrán retroceder, la nave escolta está cortando su retirada. Con el inhibidor en marcha, no pueden volver a la base. –El capitán apartó con desprecio a su segundo al mando y ocupó el centro de la consola. Activó las minas T-21, produciendo una tormenta electromagnética que fue extendiéndose en sucesivas explosiones. La oleada alcanzó al convoy como una caricia silenciosa. La nave defensora perdió la pantalla luminosa, dejando el resplandor tenue de su coraza de urita.
–Es el momento, están a la deriva.
El capitán Gates forzó un microsalto a dos clics de su objetivo, descargando una nueva andanada de destrucción e interponiéndose entre los transportes y la nave escolta.
–¡Tubos de abordaje preparados!
La explosión que esperaba el capitán de la Tormenta Blanca no se produjo. Aquella nave había desaparecido para reaparecer a medio clic por su zona de babor, plenamente operativa.
–Es imposible que siga con energía, todo el convoy se ha fundido a cero. ¿¡Qué clase de carguero es ese!?
–Dirigen su cara norte hacia nosotros. Han abierto fuego.
–Preparad contramedidas, esa endiablada nave, escurridiza y letal en el contraataque… tiene que ser mía. –El capitán Gates encaró su crucero de batalla hacia el carguero pesado, soltando la pantalla protectora de luces turboláser en colisión contra la avalancha de fuego que se precipitaba sobre ellos. Varios impactos encendieron las alarmas de colisión aunque la estructura de la Tormenta Blanca aguantó, gracias a la efectividad de sus defensas.
–¡Infiltración informática, capitán! ¡Nuestro CPU está siendo capturado!
–¡Protocolo de defensa 5.9, teniente Gurman!
–¡Lo han anulado, capitán!
–¡Cortafuegos de Bahía!
–¡Los han superado! ¡Están desfragmentando la unidad central! ¡Si alcanzan el soporte de vida…! –El capitán Gates desplegó uno de sus cuchillos retráctiles y cortó el cable de conexión informática. Fue la propia alarma de abordaje la que se disparó dentro de la Tormenta Blanca, sorprendiendo a los oficiales. Accionó la palanca manual de su consola tras romper el fino cristal y varias planchas de corundum se cerraron alrededor del módulo, dejando el puente de mando completamente aislado.
–¿Nos abordan? –El segundo al mando miraba embobado la nueva imagen holográfica donde la nave defensora había alcanzado a la Tormenta Blanca por babor mediante un microsalto perfecto.
Ocho grupos de asalto irrumpían en el crucero de batalla a través de los tubos de la nave escolta. Cubierta tras cubierta, los soldados de la Hagger fueron aniquilando a la tripulación que les salía al paso. La defensa de la Tormenta Blanca era débil, su propia fuerza de ataque quedó atrapada en los tubos de abordaje. El teniente informático había forzado la apertura de las compuertas, expulsando al vacío a los grupos de asalto. Ningún tripulante aceptó la rendición que los soldados de la Hagger ofrecían antes de disparar sobre ellos. Aquello causó un baño de sangre. El crucero de batalla quedó neutralizado en diez minutos, sin supervivientes. Bolton abordó el navío por el tercer tubo, escoltado por sus hombres de la Drakenstern. Se plantó delante de la plancha principal de corundum y tocó con la culata de su arma.
–Les habla el comandante Bolton, de MORBO asociados. Están bajo arresto según las leyes de la confederación galáctica. Se les acusa de intento frustrado de piratería, rindan la nave y podrán conservar la vida.
–¿Qué hacemos, capitán? No podemos quedarnos aquí eternamente. –Gates tenía la mirada desorbitada, se sabía acabado. Al lado de la palanca había otro botón rojo. Era para casos absolutamente desesperados como aquel. Sin perder un segundo más, pulsó repetidamente el mecanismo, sorprendido de que no se produjera la explosión en cadena.
–Capitán, es inútil. Ya no podemos dar más órdenes a la nave, se han hecho con el CPU principal. –Grey agarraba su arma con desesperación, apuntando a la única salida. Al otro lado podía escuchar los nanobots royendo el corundum.
–Ha sido un placer tenerles bajo mi mando. Son libres de escoger su destino. –El capitán Gates desplegó su cuchillo retráctil por última vez situándolo bajo su cuello. La hoja seccionó la garganta, el cerebelo y la parte posterior del cráneo. La sangre salió a borbotones cuando volvió la cuchilla a su antebrazo, empapando con rapidez su traje espacial.
El equipo de asalto se encontró con el capitán sobre la consola de mando, bajo un manto de sangre. Los oficiales dispararon sobre ellos con fuego desesperado. Después de buscar cobertura, el equipo de Bolton respondió con contundencia. Cayeron bajo el fuego asaltante en cuestión de segundos. Finalizado el tiroteo, el comandante salió de su cobertura y remató los cuerpos de todos los caídos.
–Asalto finalizado, Morgan. La nave es nuestra.
–Estupendo, otra nave preciosa para nuestra flota. Completemos el servicio, comandante. Desactive el inhibidor de baliza. El teniente Josh controlará el crucero de batalla desde la Hagger hasta que reparéis el flujo informático.
En media hora, el convoy volvió a estar operativo. Usaron ambas naves para restablecer la energía en los cargueros a la deriva y levantaron el bloqueo de la baliza.
–¿Qué hacemos con los transportes de asalto, Morgan? Han rendido sus naves.
–Que se marchen, tenemos lo que queríamos.
–¿No es imprudente?
–Necesitamos labrarnos una fama, si matamos a todos los supervivientes no habrá nadie que conozca nuestra letal eficacia.
En cuanto los transportes estuvieron libres de saltar a otra posición, desaparecieron del campo de batalla. Al mismo tiempo que la Hagger terminaba la escolta del convoy, la Tormenta Blanca entraba en fase, rumbo a la estación espacial Astila.
El jefe Jenkins se sobresaltó al ver aquel navío pedir permiso para el atraque. En cuanto se hubo acoplado a la estación espacial minera, el jefe se dirigió al tubo de embarque en persona. Iba a reprender al capitán Gates su imprudencia cuando se encontró con aquel comandante de gesto regio y pelo oscuro. Lo observó unos instantes antes de que el oficial rompiera el silencio.
–Conoce esta nave, por lo que veo.
–No, eh… –La mirada acusadora de Bolton hizo que Jenkins cambiara su versión. –Sí. Es un crucero de batalla perteneciente a la base Concordia. Está buscado por piratería.
–Este navío ha sido encontrado mientras protegíamos el convoy. Aplicando las leyes espaciales de la confederación galáctica, hemos reclamado su propiedad. Estaba abandonado.
–¿¡Abandonando!?
–Así es, ¿Acaso esperaba otra cosa?
–¿Yo? No, yo no esperaba nada. Venía a darle la bienvenida. ¿El convoy ha llegado bien?
–¿Cómo sabía que viajaba en este navío?
–Yo, esto… reconocí su voz en la sala de control. Quería saber… la carga…
–Toda la grafenita está a salvo en su destino y los cargueros siguen intactos. ¿Sabe? Tengo una teoría con respecto a este navío. ¿Quiere escucharla? –Jenkins no contestó, miraba con los ojos muy abiertos al comandante. Bolton continuó su narración. –Seguro que alguien de esta estación avisó a los piratas para que asaltaran su convoy. Mientras esperaban, sufrieron un ataque inesperado, tal vez otros piratas buscando venganza, quién sabe. Fueron abordados por sorpresa y vencidos. El caso es que el soplón que dio el chivatazo los ha enviado a una trampa mortal. Si ha habido supervivientes, algo que considero factible, estarán propagando la noticia de esta trampa. –La mirada acusadora del comandante fue suficiente para que Jenkins se retirara.
Jenkins tragó saliva con la seguridad de que aquel hombre había averiguado todo su plan. El problema era que había fracasado y eso le dejaba en muy mal lugar. Había abierto la caja de pandora por accidente. No tardó en sonar su terminal. La llamada provenía de la base Concordia. Apagó su receptor y bloqueó la entrada de una nueva llamada. Una vez en su despacho, comenzó a temblar de pánico. Había metido a Astila en una guerra contra los piratas Karlan. A partir de aquel momento, necesitaría toda la protección posible, lo quisiera o no.
La seria continua pronto. Siguenos en https://www.facebook.com/relatointeresante/ para mantenerte actualizado