
Voluntad, como refuerzo
La aldea Shimota había enviado un mensajero pidiendo ayuda al clan Takeda. El joven campesino, casi un niño, se desplomó delante del patriarca. Llevaba cinco días de viaje sin descanso. El chambelán de la fortaleza bajó los tres escalones y comprobó el estado del mensajero. Seguía respirando, solo estaba agotado. Encontró el mensaje redactado por el magistrado de la aldea y se lo ofreció a su señor. Takeda Yubai observó por encima del hombro de su padre, tratando de leer al mismo tiempo. Pudo captar algunas palabras sueltas. Eran noticias alarmantes. El señor Takeda arrugó el papel entre sus puños.
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