
Sol Invictus
Vitilio Liberto era el sacerdote supremo en templo de la pequeña isla del Tíber. Al amanecer, salía a la orilla del río y se colocaba de cara a la cercana muralla de la ciudad. Iniciaba los ejercicios de respiración mientras Roma se despertaba de sus noches excesivas. Cuando el sonido de la urbe llegaba a sus oídos de forma estruendosa, finalizaba la meditación sanadora. Era entonces cuando reunía a los sacerdotes menores y visitaban a los enfermos uno por uno. Aquellos que habían empeorado hasta el extremo de temer por su vida, se les evacuaba fuera de la isla. Regresaban a sus hogares, donde acudirían a la llamada de los dioses. Aquellos sin hogar, eran llevados a las casas mortuorias de la ciudad.
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